Uso de las bolsas de plástico

El día 3 de julio se celebraba el día mundial sin bolsas de plástico con especial atención al medio marino y con esperanzas en las novedades europeas con respecto al proyecto de la nueva directiva de envases. Este año la campaña se centra en la contaminación en los ecosistemas marinos producida por las bolsas de plástico ya que, las bolsas de plástico de un sólo uso son uno de los residuos más abundantes en nuestros mares y provocan graves impactos en la fauna y flora marina.

Cada año, 8.000 millones de bolsas de plástico acaban en la basura, incluido el mar. La tasa actual de reciclaje de las bolsas de plástico es del 6,6%. Aunque el 39% de las bolsas de plástico se incineran, una de cada dos bolsas se envía a los vertederos.

En los últimos años, las autoridades públicas europeas han manifestado su preocupación por el problema causado por estas bolsas y, tras varios debates, el Parlamento Europeo ha solicitado la reducción del 80% de estos residuos para 2019 y una meta intermedia de al menos el 50% para el 2017.

En 2011, la Ley 22/2011 de 28 de julio de Residuos y Suelos Contaminados estableció un calendario para la sustitución progresiva de las bolsas de plástico de un solo uso no biodegradables hasta su total prohibición en 2018.

A partir de ese momento, las empresas de distribución del sector de la alimentación empezaron a tomar medidas y prácticamente al unísono apostaron por cobrar este tipo de bolsas e introdujeron alternativas a éstas también previo pago. Esta propuesta nació debido a que las bolsas de plástico ligeras suelen ser de un solo uso y permanecen en el medio ambiente durante cientos de años antes de que se descompongan, causando gran peligro sobre todo para la fauna marina y para las aves. Además las bolsas normalmente se entierran o se apilan en grandes fardos ya que vale 100 veces más reciclarlas que fabricarlas de nuevo.

Sin embargo, La gestión sigue en manos de distribuidores privados que deciden libremente si cobran o no las bolsas, y además el beneficio recae directamente en manos privadas y por tanto, la sociedad no está lo suficientemente sensibilizada sobre la necesidad de utilizar alternativas y la reducción no esta siendo significativa.

A pesar de ello, España se encuentra entre los países comunitarios más avanzados en la reducción del consumo de bolsas de plástico por habitante, como consecuencia de todas las acciones puestas en marcha para disminuir su uso. Los datos del sector manifiestan que España ha registrado un descenso en su consumo de bolsas de plástico en un 56% desde 2007, un porcentaje que se acerca cada vez más al objetivo marcado por la Unión Europea de reducir su uso en un 80% para el año 2019. En 2007 el consumo era de 300 bolsas/habitante/año, mientras que en 2012 esta tasa se situó en 145 bolsas/habitante/año.

Otra de las medidas que se han tomado ha sido el uso de las bolsas de papel como alternativa sostenible, que han pasado de suponer un 16% del total de bolsas utilizadas en comercios al actual 36%. A día de hoy, el 65% de los comercios españoles utilizan ya bolsas de papel, de las que se recicla un 74%. Sin embargo, aunque estas bolsas de papel no se reciclaran, se biodegradarán en un periodo de entre dos y cinco meses, por lo que su impacto ambiental es mucho menor. También se ha recurrido al establecimiento de un precio para la bolsa, campañas de sensibilización, fomento de otro tipo de bolsas como pueden ser las de rafia o las de tela, o el fomento de otros medios como los carritos de la compra, por ejemplo.

Después de la campaña inicial sobre las bolsas de un solo uso se generó cierta confusión en los consumidores ya que se apuntaba a los materiales plásticos como los causantes del problema medioambiental. Sin embargo, el concepto que se debe perseguir es el formato de bolsa y no el material. Un año después de la puesta en marcha de esta medida, el impacto en los consumidores y en los fabricantes de bolsas de un solo uso era evidente: cada comprador utilizaba una bolsa por cada 15 ó 20 euros de compra. Según Asucova (Asociación de Supermercados de la Comunidad Valenciana), la reducción en el consumo de este tipo de bolsas fue del 80% de media, una cifra en la que coincidían los principales fabricantes, y que evidenciaba un uso más racional de las bolsas, pero al mismo tiempo un gran descenso en las ventas para éstos.

Hasta el año 2011, España era el mayor productor de bolsas de un solo uso de la Unión Europea. Según datos facilitados por Anaip (Asociación Española de Industriales de Plásticos) un total de 350 empresas productoras componían el sector y daban empleo a 11.000 personas.

Un año después, las empresas que tenían mayor dependencia de las bolsas de un solo uso buscaron otras alternativas de negocio, aunque no todas se pudieron abordar debido las inversiones necesarias para ello.

Europa

En el mundo hay cuatro medidas para controlar la perniciosa proliferación de estos envases: concienciación al usuario; prohibición directa de su utilización; promoción del reciclaje, o la imposición disuasoria de tasas por el uso de plástico.

Solo en 2010 se produjeron en Europa, según datos de la DU, en total 750.000 toneladas de bolsas de plástico de un sol uso (equivale al peso de 625.000 automóviles. Cada europeo usa cerca de 200 bolsas de plástico por año, una cifra que la Unión Europea quiere reducir por medio de un nuevo proyecto ley. En la UE la media per cápita, según la Comisión Europea, está en 198 bolsas/habitante/año.

Gran Bretaña: recientemente la reina Isabel II anunció que se impondrá una tasa de 5 peniques a partir del mes de octubre. Con ello se pretende reducir los 7.000 millones de bolsas que se usan cada año en el país.

Irlanda: va a la cabeza en la lucha contra las bolsas de plástico. El gobierno irlandés aprobó en 2002 un impuesto sobre las bolsas de plástico; los consumidores que las compraban tenían que pagar 22 céntimos por cada una en caja. Desde la introducción del impuesto a las bolsas de plástico el consumo disminuyó de 328 bolsas por habitante/año a 20 bolsas/habitante/año, lo que supone una reducción del 94%.

Francia: el Ejecutivo francés aprobó en 2005 la prohibición paulatina de su distribución hasta 2010 si no son biodegradables. Las bolsas de plástico tradicionales son de pago en casi todas las cajas de los supermercados y su distribución se redujo hasta 700 millones desde los 10.500 millones en un periodo de 8 años. El gobierno francés anunció en junio de este año que va a prohibir a partir de 2016 el uso de bolsas de plástico en tiendas y supermercados y permitir sólo las biodegradables que puedan convertirse en abono.

Alemania: en un estudio realizado en el año 2012 el 31% de los alemanes confirmaron que utilizaban sus bolsas de plástico de manera múltiple, hasta cinco veces de promedio. En total, consumen 76 bolsas de plástico per cápita al año, muy por debajo de la media europea. Muchos supermercados alemanes cobran de diez a treinta centavos por bolsa de plástico, como incentivo para las bolsas de multiuso.

Italia: era el primer consumidor de bolsas de plástico de la UE, usando un 25% del total, aproximadamente unas 400 bolsas anuales de media por ciudadano. Pero en enero del 2011 se implantó la prohibición de su comercialización en todo el país. Asimismo, las bolsas de plástico deberán ser sustituidas por las de fibra natural, biodegradables o de papel, evitando la emisión de alrededor de 180.000 toneladas de CO2.

¿Qué pasa en el resto del mundo?

El consumo global de bolsas de plástico es de un billón, según estimaciones de la organización ecológica Deutsche Umwelthilfe (DU), y sólo un 10% de ellas se reciclan. Blangladesh fue de los primeros paises que prohibieron totalmente la comercialización de las bolsas de plástico a partir de 2002, y le siguieron Sudáfrica, la ciudad se San Francisco, China, México e Italia.

México: prohibió el uso de las bolsas de plástico en 2010, con una multa de hasta más de 10.000 dólares (unos 7.400 euros), tanto a los grandes como los pequeños empresarios que regalaran bolsas a sus clientes, para quien no cumpliera con la ley.

China: consume más de 3.000 millones de bolsas de plástico cada día. Este despilfarro de recursos ha motivado que el Gobierno apruebe una ley que prohíbe su reparto gratuito a desde el 1 de junio de 2008.

Estado Unidos: cada vez surgen más iniciativas verdes. En San Francisco, desde 2006, están prohibidas si no son biodegradables. Rhode Island es el primer estado que ofrece un programa de recogida y reciclaje para las bolsas de plástico de los supermercados. En Nueva York se aprobó una medida similar para tiendas. En la ciudad de Los Angeles también se ha prohibido el uso de bolsas de plástico en los supermercados. Tras el visto bueno del Ayuntamiento, las grandes superficies tendrán seis meses para deshacerse de las bolsas de plástico y sustituirlas por bolsas de papel, por las que tendrán que cobrar a los clientes 10 centavos de dólar.

Plástico reutilizable: la mejor alternativa

El plástico es un material inerte, que no emite materias tóxicas y que es reciclable al 100%. En su uso en forma de bolsa de la compra es mucho más ligero que otros materiales como el papel y también más resistente al soportar 2.000 veces su propio peso, además de sus características de impermeabilidad. Según la Agencia del Medio Ambiente de Inglaterra y Gales la tradicional bolsa de plástico de un solo uso es la menos contaminante frente a las fabricadas con otros materiales. Así, la de algodón es la peor opción, ya que se debe reutilizar 131 veces para que su impacto sobre el calentamiento global sea inferior al de una bolsa de plástico no reutilizable. En el caso de las bolsas de rafia se deberían hacer al menos once usos, mientras las de papel tres veces.

La bolsa de plástico tradicional reutilizable, está fabricada con polietileno como las de un solo uso, incluye en su composición al menos un 15% de material reciclado, emplea tintas no tóxicas, es 100% reciclable y en su elaboración se utiliza menos agua y se emite menos CO2 que para fabricar las tradicionales bolsas de un solo uso. Al ser una bolsa un 25% más grande (21 litros), con el doble de espesor que éstas y por lo tanto más resistente, se garantiza su reutilización al menos 15 veces. En última instancia, esta bolsa puede utilizarse para desechar la basura doméstica en el contenedor marrón/verde o los residuos de envase en el contenedor amarillo. Además, está amparada en una normativa que permite su certificación.

Con un uso adecuado por parte de los consumidores, las bolsas reutilizables son, en la actualidad, una solución medioambiental óptima. La mejor, según demuestran estudios de ciclo de vida realizados sobre diferentes tipos de bolsas que hay en el mercado, como por ejemplo el informe emitido por el prestigioso Grupo de Investigación en Gestión Ambiental (GIGA) de la Universidad Pompeu Fabra. Este informe concluye que resulta más importante el número de veces que se reutilice la bolsa que el material con el que está confeccionada, y por eso la bolsa de polietileno reutilizada al menos 10 veces es la mejor opción si se compara con la bolsa de polietileno de un solo uso, con la de rafia, las de papel reciclado o las biodegradables.

Alternativas con barreras que superar

Además de las bolsas de plástico reutilizable existen otras opciones que han tenido y tienen barreras que superar pero que sitúan al plástico como alternativa válida de presente y de futuro.

Las bolsas de plástico biodegradable que sustituyen al plástico tradicional por productos naturales y renovables como la fécula de patata o el almidón de maíz, son una realidad que también encontramos en los supermercados, pero tienen un coste superior que dificulta su introducción de forma masiva. Además, la falta de información por parte de los consumidores puede ser un problema si son depositadas en el contenedor amarillo ya que dificultan el reciclado de ese contenedor.

Las bolsas fabricadas con plástico reciclado post-consumo son una alternativa que está regulada en países como Alemania, pero que en la distribución de alimentación española se ha visto frenada por las exigencias legislativas que deben cumplir los plásticos en contacto con alimentos.

A pesar de esto, existe una legislación que permite el uso de plástico post-consumo y que en breve puede suponer una apertura a este tipo de productos.

Las bolsas de plástico oxo-degradables son de plástico convencional al que se aplica un aditivo para acelerar su descomposición. La repercusión en el precio final de este aditivo es mínima, pero actualmente no tienen una normativa de uso que las legitime como alternativa. Las bolsas de rafia fabricadas mayoritariamente a partir de polipropileno trenzado, son bolsas grandes, que por su resistencia y durabilidad garantizan su reutilización, pero al estar fabricadas con varios tipos de materiales plásticos su reciclado es más complicado.

“Como conclusión, las alternativas que vemos en los supermercados son todas fabricadas con materiales plásticos, pero lo más importante es que los consumidores seamos conscientes de que cuando cogemos y utilizamos estas bolsas de la forma adecuada estamos contribuyendo a la conservación del medioambiente”, afirma Pedro Melgarejo.

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