«Si tienes moral, serás siempre pobre»

En Egipto la sanidad pública apenas cubre las necesidades básicas de los pacientes.

«Mi madre -explica el joven activista Kareem El Beherey- contrajo hepatitis C mientras trabajaba. Ahora no puede afrontar el pago del tratamiento que necesita».

Su caso no es aislado. Por eso los médicos egipcios están impulsando huelgas y manifestaciones en demanda de salarios dignos y de inversión en la sanidad. Lo hacen a pesar de que el gobierno ha aprobado una ley que prohíbe las protestas.

Una de las agrupaciones organizadoras de las huelgas es el movimiento «Doctores sin derechos», liderado por la doctora Mona Mina.

«La salud de los egipcios aún está en la cola del listado de prioridades del Estado, a pesar de que estamos ante una necesidad urgente», afirma Mina.

“Las hepatitis son muy comunes en este país y sin embargo la mayoría de los enfermos de riñón tienen que pagar por sus medicinas. Hay gente que no puede afrontarlo, que muere por no poder pagar un transplante de riñón», protesta el doctor Mohamed Shafik.

Se calcula que el 15% de la población está infectada con hepatitis C. Cada año se registran 500.000 casos nuevos, más que en ningún otro país del mundo.

Tanto Shafik como los doctores Ahmed Fayed y Mohamed Tawfik se reúnen en El Cairo para hablar con Periodismo Humano.

Shafik se define como un hombre de ideas socialistas, Fayed se considera liberal y Tawfik pertenece a la rama de los jóvenes de los Hermanos Musulmanes, discrepante con los líderes del movimiento en algunos aspectos, por ejemplo, en lo relativo a las manifestaciones y huelgas.

Mientras la cúpula de la hermandad se opone a las protestas, los jóvenes de los Hermanos Musulmanes las apoyan y participan en ellas.

A pesar de sus diferencias ideólogicas, los tres médicos comparten un mismo objetivo: La apuesta por un movimiento de trabajadores que exija salarios dignos e inversión en la sanidad pública.

“Con Mubarak la gente moría en los hospitales por falta de servicios públicos. Sin Mubarak esto sigue ocurriendo. La única diferencia, por el momento, es que yo ahora puedo criticar al gobierno, pero mi voz no será difundida en buena parte de los periódicos”, protesta el doctor Shafik.

El hospital Manshiet el Bakry de Heliopolis, en la periferia de El Cairo, se ha convertido en icono de un nuevo modelo de unión de trabajadores, al crear el primer sindicato en Egipto formado por todos los empleados, desde doctores y enfermeros hasta personal de la limpieza y el transporte.

Votaron, decidieron echar al director -al que acusaron de ser un servidor del régimen- y eligieron a un nuevo gerente, un cristiano copto entre una mayoría de musulmanes.

“Yo estuve en la plaza de Tahrir los 18 días de la revolución. Y aunque aquello fue único, para mi lo más emocionante y conmovedor que he vivido nunca ha sido ver cómo las enfermeras, los limpiadores, los trabajadores, deciden en asamblea cómo gestionar el dinero del hospital, tras tantos años de corrupción”, explica Mohamed Shafik, que ahora se encarga de asesorar a otros centros médicos para que constituyan sindicatos similares.

Los tres doctores, que trabajan en distintos hospitales, tienen un sueldo base de 50 dólares mensuales. A veces llegan a trabajar cien horas a la semana para poder cobrar extras y vivir decentemente.

“Si me pongo enfermo no podré mantener a mi familia. Podría intentar irme a un centro privado, pero creo en la sanidad pública, en la necesidad de apostar por ella», indica el doctor Shafik. Y añade:

Como médico, si tienes moral, serás siempre pobre. Mientras, hay una elite que controla los masters en las universidades, las escuelas médicas, que abren hospitales, clínicas, que hacen negocio. Pero eso no ayuda a la mayoría de los egipcios, que no pueden afrontar el pago de su atención médica.

Menos de un tercio de los licenciados en medicina en Egipto trabajan como doctores. Esto se debe a que buena parte de los médicos emigra a los países del Golfo en busca de salarios dignos. Otros terminan ejerciendo otras profesiones para poder llegar a fin de mes.

Las mujeres emigran menos que los hombres. Por eso en hospitales como Manshiet el Bakry ellas ocupan el 60% de los puestos médicos, a pesar de que aún hay más licenciados que licenciadas.

“No quiero emigrar -indica el doctor Fayed- Sería como abandonar mi país, en el peor sentido del término. Algunos medios de comunicación nos acusan de egoístas por hacer huelgas. Presentan a los médicos como si fuéramos todos ricos. No se dan cuenta de que esta lucha no es solo por nuestros sueldos, sino por una sociedad más justa en la que la gente deje de morirse por enfermedades no muy graves”.

“El 40% de la población vive con un dólar al día y los hospitales demandan el pago de las medicinas. Es cruel e inmoral”, añade el doctor Tawfik.

Hace unos días médicos de diversas tendencias políticas se manifestaron de nuevo en el centro de El Cairo y en sus centros de trabajo, ataviados con sus batas blancas. Ya han anunciado nuevas protestas.

Demandan una apuesta por la inversión en la sanidad pública, un sueldo mínimo de 200 dólares y un sueldo máximo que no supere 25 veces el sueldo mínimo.

«La dignidad de los egipcios es nuestra línea roja», es uno de sus lemas.

«En las revueltas murieron más de 800 personas, algunas fallecieron en nuestras manos. Eso no se olvida fácilmente. No murieron por nada. Por eso no podemos permitir que los nuevos gobernantes secuestren la posibilidad de un cambio real», señala Shafik con gesto conmovido.

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