Los refugiados en la historia

La exposición que se inauguró el 18 de abril y estuvo en mayo y junio en el IES Pablo Serrano, realizada por el CELAN y el IES Pablo Serrano, sigue su itinerancia por distintos Institutos, acompañada del dossier para poder trabajar con el alumnado. Durante el mes de octubre ha estado en Huesca, en noviembre viaja a Guadalajara y en enero y febrero estará en institutos de Zaragoza. La crisis de los refugiados no deja a nadie indiferente y así lo ha entendido la sección del CELAN dedicada a los problemas del mundo actual. Javier Alquézar en la charla inaugural explicó los hechos históricos que han provocado la figura de los refugiados y presentó la exposición que traza una línea temporal sobre este fenómeno a través de la historia; veinte magníficos paneles que constan, a grandes rasgos, de mapas de los movimientos espaciales de los refugiados, una breve explicación de cada acontecimiento histórico e imágenes significativas. No debemos olvidarnos de leer, a conciencia, el glosario que aclara conceptos como apátrida, refugiado, desplazado medioambiental, asilo… Una exposición tan imprescindible como necesaria para entender el mundo actual, el mundo que ya tenemos aquí.

Es uno de los grandes problemas mundiales, que ya se atisbaban hacía tiempo pero que se han visualizado como una avalancha a partir de la guerra de Siria iniciada hace seis años.

Los refugiados buscan protección y durante los años de las “vacas gordas” han sido acogidos de buen grado. Pero a partir del año 2008 en el que se desata la crisis económica, las repuestas de los gobiernos han sido ambiguas u hostiles. La ciudadanía también ha manifestado conductas contradictorias entre la acogida y la comprensión o el rechazo con actitudes xenófobas, racistas y egoístas.

Evidentemente el problema no es de ahora y sus antecedentes hay que buscarlos en la Antigüedad. Los exilios políticos ya se producían en la antigua Grecia y en Roma. Por otro lado el sistema esclavista de producción generó la captura de miles de personas que debían trabajar para las élites griegas y romanas. También en la antigüedad la diáspora de judíos celotes se convirtió en una cuestión político-bélica.

En la edad Moderna la expulsión de judíos en 1492 y la de moriscos en 1609 tuvieron una gran repercusión en la economía de los reinos de la península Ibérica. Fuera de nuestras fronteras, los hugonotes franceses se vieron abocados a la huída tras la fatídica matanza del día San Bartolomé de 1575. En 1765 les tocó a los acadianos salir de sus territorios del este marítimo de Canadá.

En la historia del siglo XIX se suceden los exilios durante las revoluciones burguesas de 1820, 1830 y 1845, en los procesos de unificación de Alemania e Italia o durante la Comuna de París en 1871.

El paso al siglo XX es fatídico. La Primera Guerra Mundial y la Revolución rusa (1914- 1923) provocaron la marcha de miles de personas. A estos dos acontecimientos hay que sumar el terrible genocidio armenio que por razones políticas y racistas ocasionó el abandono de casi toda la zona armenia de Turquía.

Todos los hechos fueron tristemente superados con creces por el Nazismo y la Segunda Guerra Mundial.

Con la Guerra Fría los conflictos se multiplicaron por todos los continentes generando el fenómeno de los refugiados a nivel mundial. La creación del estado de Israel en territorio palestino, la división de Corea en dos países, el proceso de descolonización de la India británica y la creación de Pakistán, el conflicto de 1967 de Nigeria por la secesión del Biafra o la nefasta intervención de EEUU en Vietnam o Latinoamérica para fulminar a los representantes de los partidos políticos de izquierdas creó grandes desplazamientos buscando protección para no morir asesinados.

El final de la Guerra Fría con la caída del muro de Berlín en 1989 abrió la esperanza a un nuevo orden internacional.

A día de hoy nada se ha resuelto y, si tenemos en cuenta la situación de los refugiados, está claro que ha empeorado. Las nuevas guerras como la de Irán, Irak, Afganistán, Sudán, Somalia, Nigeria o el Yemen siguen siendo el foco de salida de miles de desplazados.

La dimensión del problema nos lleva a la segunda parte de la conferencia: el derecho de asilo y la concreción de la figura del refugiado.

Otra vez debemos recurrir a los griegos de la antigüedad para entender el asilo como una imposición ética. Si damos un salto al siglo XVIII el jurista Hugo Grotius escribe “Del derecho de la guerra y de la paz” en el que plantea la acogida de los que huyen de las guerras por parte de los países que están en paz

Durante los siglos XIX y XX se institucionaliza el derecho de asilo. La constitución de los Jacobinos defiende a los que escapan de las dictaduras y se inicia la tradición francesa de asistir a los exiliados. Una de las operaciones más importantes del siglo XX fue la idea del diplomático noruego Nansen, Alto Comisionado para los refugiados, creando un pasaporte y proporcionándoles una identidad para poder moverse de un país a otro. Los primeros beneficiados fueron los rusos y después los armenios. Tras el colapso de la Segunda Guerra Mundial se fundó la ONU (Organización de Naciones Unidas) y el organismo destinado a los refugiados, ACNUR, (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados) en 1950. Al año siguiente la Convención de Ginebra y más tarde el Protocolo de 1967 marcan la actuación sobre los refugiados.

Hoy en día se han desarrollado sobre todo políticas de seguridad que van desde los acuerdos de Schengen (1985), de Dublín (1990), la creación del fondo Europeo para los refugiados (2000), el Frontex (2004) o el Hotspot, puntos calientes de llegada (2015). La crisis Siria ha taponado la situación coincidiendo con la debacle económica del mundo occidental. En este contexto ya no son bien acogidos esgrimiendo argumentos de las posibles amenazas terroristas o los problemas de integración. En la actualidad los refugiados buscan llegar al norte de Europa siguiendo las rutas de las migraciones económicas y evitando el sur que sufre con mayor intensidad la crisis. Otra cuestión son los canales de llegada. El espacio mediterráneo es el centro de articulación, recepción y tránsito de todas las rutas. Las más activas son las de Oriente, es decir, las que pasan por Turquía y van hasta el centro de Europa. En estas rutas se confunden los emigrantes y los refugiados ya que los países pobres que no están en guerra también expulsan población resultando muy difícil precisar si son emigrantes forzosos o voluntarios.

Mientras tanto los gobiernos europeos no están dando soluciones acertadas, bien porque no saben cómo afrontar el problema, bien por desconfianza y en este caldo de cultivo crecen las mafias y las situaciones violentas. Hay países que acogen a los refugiados por cuestiones religiosas o porque supone la llegada de mano de obra joven y, en el caso de los sirios, cualificada. Otros países los rechazan por considerar que su llegada puede provocar un empeoramiento de la situación o por miedo o simplemente por desconocimiento.

Finalmente debemos pensar que el problema es global. La crisis ha venido para quedarse, las guerras siguen, la sobreexplotación de los recursos naturales no ha cambiado y la explosión demográfica provoca el éxodo de miles y miles de personas.

Todo indica que debe haber una normativa internacional de obligado cumplimiento, una coordinación entre países y una serie de compromisos que se respeten.

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