«Informe de Alemania en el año 1943. Últimas cartas desde la cárcel de Tegel»

«Toda mi vida, incluso desde la escuela, he luchado contra la estrechez de miras, el espíritu de la violencia, la susceptibilidad, la intolerancia y lo absoluto, contra ese dogmatismo aplicado sin piedad y hasta sus últimas consecuencias que late en los alemanes y que ha hallado su expresión en el estado nacionalsocialista. Tam-bién he luchado por la superación de ese espíritu y sus terribles consecuencias, tales como el nacionalismo llevado al extremo, la persecución étnica, la pérdida de la fe, el materialismo. En ese sentido, los nazis hacen bien en ejecutarme».

Últimas cartas desde la cárcel de Tegel

La carta dirigida a Lionel Curtis fue escrita, en inglés, en Suecia, durante un viaje de trabajo a Escandinavia, y se dejó en manos de un mediador sueco para que la remitiese a Inglaterra. Helmuth y Curtis, que era un hombre influyente en Inglaterra y tenía acceso a algunos miembros del Gobierno inglés, estaban unidos por una antigua amistad.

Sin embargo, la carta no fue enviada desde Suecia. Dos meses más tarde, un hombre de confianza, norteamericano, se declaró dispuesto a aprenderse de memoria el contenido de la carta y a recogerlo por escrito a su llegada a Inglaterra. Este texto abarca aproximadamente la sexta parte de la longitud de la carta y conserva muy poco de la fuerza y la urgencia del original. Fue entregado al obispo de Chichester, George Bell, quien la hizo llegar a Lionel Curtis. No tuvo repercusión alguna.

Estocolmo, 25 de marzo de 1943

Querido señor Curtis:

Cabe la posibilidad de que esta carta llegue a sus manos sin tener que pasar por la censura. Por ese motivo deseo aprovechar esta ocasión única para ofrecerle un análisis de la situación de mi país y hacerle algunas sugerencias sobre cómo podrían acelerarse las cosas.

1.

Debo hacer una precisión previa. En cuestiones que afectan al desarrollo de una situación política interna, desconfío por experiencia del juicio y la discreción de todos aquellos que tienen algún tipo de cargo diplomático o relacionado con la política exterior. Porque a nosotros nos llega material altamente confidencial de casi cualquier delegación o embajada inglesa y, más aún, norteamericana. Probablemente, su gente nos paga con la misma moneda enterándose de todo lo que va destinado a nuestras embajadas. Ahora bien, en el primer caso, estas informaciones ya han costado la vida a más de una persona que ahora nos habría resultado imprescindible. A veces, uno tiene la sensación de que los diplomáticos llevan una existencia tan resguardada de todo que no pueden ni imaginarse cómo es en realidad la vida en nuestro continente. Describen las condiciones de vida allí con grandes palabras, pero, si no reflejan en absoluto cómo son de verdad estas condiciones, tales palabras significan poco para quien las emplea y menos todavía para quien las escucha.

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